Tu pasión, una
habitación y una luz tenue fueron testigos
Fui
tomando el valor de a poquito en mi ser,
Sin
darme cuenta que era una niña aun en mi interior
Que
jugaba a ser esta mujer imponente para no defraudarte
Que me
fue difícil mantenerme en pie cuando salí de ese baño transformada en el ser
intenso, pecador, lujurioso y tentador que quería jugar contigo, sin imaginar que
ya tu olor, tu voz y tu sonrisa habían conquistado el deseo desde el primer
momento en que te volví a ver,
Que ya
sin tocarme me sentía tuya en silencio.
Esa
pelirroja, vestida con un diminuto traje negro y el olor a caramelo en su piel
se subió a una montaña rusa de éxtasis inmemorables, encontró en un desconocido
el renacer del verdadero deleite en su alma.
Descubrió
un ser tan similar a ella en los placeres carnales, el lado contrario de lo que
nunca pensó encontrar y sin pedirlo a cambio, conoció como un hombre puede
hacerte suya sin dejar la lujuria al lado, pero también conociendo la
intensidad de una caricia sin amar aun a esa persona, porque le hicieron el amor pero con la vehemencia de un volcán
enajenado en el delirio perspicaz de conocer un clímax al que nunca había podido
llegar tan fácilmente.
Y así
fue como tus ojos minuto a minuto
desnudaron mi cuerpo, se deleitaron al subirme mas alto que tu en aquella
habitación helada para poder disfrutar suavemente cada extensión de mi figura,
que sonrojado por ti y tus palabras desvelaban en carne eriza lo que tu mirada
le hacía sin preverlo; con la continuidad de tus manos fuiste aquel ser que
parecía conocer cada musculo, cabello y debilidad en mi que se contraían en
silencio cada vez que tus manos quitaron mi ropa lentamente y tus besos
inundaban mis labios, mi cuello y mi pecho comenzaban a conocer una vez mas lo que era
esa leve sensación de cosquilleo debajo del ombligo sin aun tenerte dentro mi.
Porque
mis manos también encontraron su camino y al ver tu pecho me tomaste con la
ligereza de un ave entre tus brazos potentes, avasalladores que habían ya
juntado tu cuerpo con el mio; de pies aún, así tome de ti aquel néctar insaboro pero caliente que de a poquito brotaba de él.
Que
mis labios esculpían de principio a fin con moderación, ligereza y vigor al
mismo tiempo para que pudieras disfrutar de la vista tan hermosamente extasiante que te ofrecía y sentí como tus piernas se
entumecieron comenzando a llevarme en un baile de placer mutuo que no acaba mas
hasta que estuviste dentro de mi y tus manos una vez mas tocaban mi cuerpo en
un desenfrenar tolerable porque no quería que se acabara pronto, tu boca
provocando a mis pechos estos rígidos a sabiendas de lo exquisito que les
provocabas en sus adentros.
Tu
piel entrelazada con la mía, a un ritmo ensordecedor donde te sentí hasta en
los lugares menos visitados o jamás descubiertos aún; fui tuya por vez primera
ese día, fui poseída de tu cuerpo, tus manos, tus besos, tu lengua, siendo
testigos mi sentido y aprendiz de ti, mi ser, alma y persona, encontrándome con
eso que no creí encontrar una vez mas.
Y así
comenzó este baile inoportuno que interrumpió lujuria con la intensidad de algo
más que eso para convertirlo en la continuidad de una aventura fortuita de vez
en mes a la que ya nunca más quisiera renunciar.
Casi
olvide la satisfacción que se sentía cuando un hombre te hacía sentir mujer de
verdad, en cuerpo y alma…